El 10 de marzo se celebra una vez más el Día del Médico en nuestro país. Una conmemoración en la que todos los médicos venezolanos honramos y enaltecemos la memoria de nuestro insigne e ilustre Dr. José María Vargas, considerado el padre de la Medicina en Venezuela. No obstante, cada año que pasa y llega esta fecha tan emblemática para el gremio, el médico venezolano tiene menos incentivo y estímulo para celebrarlo. La crisis de salud que agobia a toda la población, la más grave y dramática en la historia contemporánea de nuestro país, ha colocado tristemente a los profesionales de la medicina en un laberinto.
Hago esta aseveración porque estamos sumergidos en
un “Sistema de salud” constituido por calles y encrucijadas cuyo tránsito nos
confunde cada vez más y dificulta hallar
una salida. Pero este laberinto fue construido por un gobierno que ha
demostrado la más grande ineficiencia en el desempeño gerencial de la salud. Tanto
es así, que el Ministerio del Poder Popular para la Salud es actualmente una institución
arruinada y dispersa por la que han pasado un total de 14 ministros durante
esta administración, cinco en los últimos tres años, médicos y militares que no
han tenido la capacidad de administrar los cuantiosos recursos aprobados para
el fortalecimiento de muchos proyectos de salud que han terminado en el fracaso
y no funcionan en la actualidad. Más bien, dichos recursos se han dilapidado
porque no sabemos a dónde han ido a parar todas las asignaciones y los
capitales financieros aprobados para garantizar el derecho a la salud a todos
los venezolanos.
¿Cuál es la realidad del médico en “la Venezuela socialista”
del siglo XXI?. La que vivimos actualmente en los centros públicos de salud y
que ha alcanzado a los privados también: la falta de herramientas e insumos
para complementar un adecuado diagnóstico clínico, que de paso es lo primero
que se impone, la historia clínica, de la cual nos debemos aferrar aún más en
este tiempo de crisis, porque en las escuelas de medicina tradicionales y
reconocidas es lo primero que nos enseñan los extraordinarios profesionales y
maestros de la docencia médica. Sin embargo, carecemos de complementos como
pruebas de laboratorio clínico, en ocasiones las más esenciales así como
equipos de soporte de imágenes y de vida, escasez de materiales e insumos para
la atención de los pacientes. Los pocos materiales disponibles son de mala
calidad, obtenidos por convenios inescrupulosos que facilitan materiales de consumo
masivo sin importar su eficacia. No obstante, después de tener un diagnóstico pasamos
a indicar el tratamiento y lo dramático es que cuando tienes al paciente
enfrente hay que prescribirle un mínimo de 5 a 6 medicamentos para una misma
patología, y a la vez decirle: “Ojalá pueda conseguir alguno”. La situación laboral
actual del médico en el sector público es denigrante. El Presidente Maduro
decretó en el año 2015 un aumento salarial del 143% dividido en tres partes,
sobre un sueldo pírrico de apenas Bs. 8.000. Actualmente con ese aumento el
sueldo básico más alto es de Bs. 25.000 correspondiendo al escalafón más
superior con 8 horas de contratación, lo cual representa el 18 % del costo de
la canasta básica familiar. Con este decreto el médico residente llegó a un
sueldo básico de Bs. 13.000. Además, es humillante el beneficio que recibe el
medico jubilado rebajándolo al sueldo básico más bajo al momento de su retiro.
Aumentos realizados en base a decretos y no por contratación colectiva, como
debe ser. Sume a esto la inseguridad en los centros de salud, colegas que han
sido víctimas de la violencia y agresividad desbordada.
Por todo esto Venezuela
se ha convertido en un país exportador de médicos, se manejan cifras aproximadas
de 17.000 que han migrado en busca de mejores oportunidades. El norte de los
médicos venezolanos y de todo el sector salud seguirá siendo el paciente, todos
sin excepción debemos rescatar el derecho a la salud y la vida que el Estado
Venezolano violenta en forma reiterada y continua debido a la más grave crisis
humanitaria de salud de la cual es el único responsable, pero el pueblo venezolano
debe sumarse a esta lucha pues es el que más sufre. ¿Qué dirían ante tanta
desidia, Vargas, Razetti, Baldó, Gabaldon y muchos otros médicos ilustres que
nos precedieron y que nos dejaron un gran legado sobre el valor de la medicina
venezolana? Quizás los profesionales de la medicina, nuestros jóvenes
estudiantes o las próximas generaciones de médicos que merecen un futuro mejor
y toda la sociedad venezolana compartirán la idea de que la única salida a este
laberinto es el cambio de un modelo político y económico que ha fracasado
rotundamente y es el gran culpable de la peor crisis que hemos conocido todos
los venezolanos.
@mariayanesh
No hay comentarios.:
Publicar un comentario