En este momento, estamos en el transcurrir de una semana de gran reflexión y de Fe cristiana de mucho significado para los que profesamos la religión católica. No es simplemente un recuerdo histórico. La semana mayor simboliza, después del tiempo de cuaresma, la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Representa el mayor acontecimiento en la vida de todo cristiano en el que hay dos aspectos de suma importancia: Cristo nos libera del pecado a través de su pasión y muerte y el otro es, que a través de su resurrección, nos manifiesta la promesa de la esperanza de la vida eterna. Y es que la resurrección es la fiesta o el regocijo más grande para todos los cristianos; es la esperanza del Cristo resucitado que triunfó sobre el mal y el pecado.
Justamente, coincidiendo con la semana mayor, estamos
atravesando la crisis de mayor
envergadura y trascendencia de nuestra historia, no solamente en el aspecto
social, político y económico lo cual se ha nombrado en forma reiterada y reseñado en todos los medios de comunicación
en muchas oportunidades por los expertos y analistas, y es que a este trance se
suma una gran crisis de valores, los mas importantes y esenciales del ser
humano y que ha conllevado a que los valores espirituales que debe tener
cualquier persona, sin distingo de creencia o religión decaigan.
Es por esto que
durante esta semana debemos asumir un compromiso espiritual que nos lleva a una
gran reflexión. Nunca antes habían aflorado
tantos sentimientos o emociones negativas en los venezolanos como: el
odio, la agresividad y la violencia.
Quizás lo mas insólito es que estas manifestaciones tan nefastas desde el punto de vista emocional han sido
inculcadas o estimuladas por quienes ostentan el poder y de quien originalmente
fue el artífice o punta de lanza de esta ideología absurda en la que Venezuela
se encuentra atrapada. Quien no recuerda aquellas célebres frases pero a la
vez tristes y deplorables del difunto
Presidente Chávez: “Me alegro que haya muerto ese demonio vestido de sotana,
ojala se esté pudriendo en el infierno” en relación con la muerte del Cardenal Castillo Lara, o los insultos proferidos a los
miembros de la Conferencia Episcopal a quienes llamó “Demonios, estúpidos y
vagabundos”, a los opositores describiéndolos como “Cuerda de apátridas,
oposición putrefacta, si salen a la calle los barreremos en las calles”, a los
medios de comunicación los calificaba de “ golpistas y terroristas” , nadie se
salvaba. Ni siquiera dirigentes internacionales, en los que privaba la
diplomacia, inteligencia y mesura, características importantes de los grandes
líderes independientemente de sus
errores o aciertos. Estos eran víctimas del odio y desprecio de manera pública de
este personaje de la historia venezolana.
Quienes gobiernan actualmente han
pretendido seguir esa senda de odio y rencor como una manera de perpetuarlo en
la memoria de los venezolanos, construyendo un culto mesiánico hacia el finado
sin merecerlo y totalmente absurdo lo que significa un gran retroceso e
ignorancia en la historia de este país. No podemos permitir que antivalores como:
corrupción, odio, violencia, maldad, injusticia, impunidad, inequidad o ignorancia,
falsedad y desprecio sean los que impere en la manera de gobernar o llevar las
riendas de un país. En esta
semana mayor y provistos de una gran Fe y esperanza, los venezolanos debemos
proponernos a rescatar los valores más importantes como: solidaridad,
honestidad, fraternidad, tolerancia, responsabilidad y altruismo así como la
autonomía, la justicia y la igualdad de derechos, este es el reto más
importante y difícil que tenemos por delante. Estamos en el año de la
misericordia. Si aplicamos la misericordia nos acercamos a Dios y por lo tanto
el bien vencerá al mal. En el sábado de gloria cantamos el pregón pascual: “Feliz
la culpa que hizo que el bien venciera al mal “, “El bien sale victorioso en la
Resurrección de Cristo”. A los Jóvenes que nacieron durante esta revolución y que solo conocen sus malos ejemplos el Papa
Francisco en su visita a México y en su encuentro con ellos les dijo: “De la
mano de Jesucristo es posible creer que la vida vale la pena, que podemos dar
lo mejor. Sean luz en medio de sus amigos, de su comunidad, de sus barrios y su
familia”. Aprovechemos estos días para reflexionar en el rescate de los
verdaderos valores y principios que tanto necesitamos los venezolanos y que nos
servirán para la reconciliación y reconstrucción del país.
@mariayanesh
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