Ana Matilde , ejemplo de vida y de lucha, fue muy solidaria con las comunidades indígenas |
Cuando en el trayecto de la vida uno conoce a personas excepcionales, con grandes deseos de vivir y que han hecho grandes aportes como ciudadano de este país a la sociedad, a sus semejantes y de pronto recibes la triste noticia sobre su fallecimiento por una causa no esperada, pero además injusta, porque está relacionada con la grave crisis de salud por la que atravesamos, como médico y como ser humano me afloran sentimientos de rabia, impotencia y un gran dolor. Y es que esa muerte simplemente pudo evitarse de haber existido condiciones sanitarias óptimas en todos los centros hospitalarios públicos de Venezuela.
Me refiero al caso de
una persona extraordinaria y amiga personal: Ana Matilde López o Paty como la
llamaban cariñosamente sus familiares y amigos. Vivía desde hace
aproximadamente 24 años en la Gran Sabana, dejó todo lo que tenía en la Capital
para irse a su Sabana, a la que tanto amaba y en donde dejó un gran legado y un
ejemplo de vida. Nunca olvidaré cuando por única y primera vez fui a conocer
esa maravilla de la naturaleza que tiene nuestro país, ella fue mi guía y
anfitriona, y la emoción que trasmitía a quienes les mostraba esa sabana tan
hermosa con todas sus bondades naturales era intensa y admirable. Fue ejemplo
de solidaridad y ayuda para las comunidades indígenas de la región. Además fue
una gran trabajadora en el área turística de la zona. Pero la vida le jugó una
mala pasada. El pasado 11 de julio cayó víctima de un dengue o chikungunya, fue
el diagnóstico presuntivo inicial por los síntomas que presentaba. Acudió al
único hospital de la zona: Hospital Rosario Vera Zurita, en donde un personal
inexperto le realizó varias punciones en el brazo, como un total de diez, para
intentar canalizar una vena y así poder hidratarla, utilizando una misma aguja
en un ambiente sin aire acondicionado y sin las condiciones sanitarias óptimas que
debe haber en un área de emergencia. Como consecuencia de este procedimiento
fue que abrió una puerta de entrada a una bacteria mortal que le llegó a la sangre.
Como pudo Paty se trasladó a Caracas para ser
atendida en un centro privado y allí se hizo el diagnóstico con los
correspondientes exámenes de laboratorio: dengue hemorrágico y una infección
generalizada o sepsis ocasionada por esa bacteria la cual fue la causa
principal que la llevó a la muerte en apenas dos semanas. Paty fue una víctima
más, no solamente de las enfermedades vectoriales que están azotando a los
ciudadanos venezolanos como el dengue y que los organismos responsables no han
podido controlar, sino también de la desidia y la crisis tan grave de todos los
centros hospitalarios del país. El Hospital Rosario Vera Zurita ubicado en
Santa Elena de Uairén es el único de la zona con un total de 50 camas, es decir,
corresponde a un hospital Tipo I. Sin embargo, sufre todas las fallas que ya
conocemos: disminución del número de camas operativas, escasez importante de
insumos y suministros, sin reactivos para practicar exámenes de laboratorio,
los sistemas de aire acondicionado no funcionan, déficit considerable de
médicos especialistas, condiciones sanitarias precarias no acordes para una adecuada
atención al paciente. ¡Hasta cuándo el pueblo venezolano va a seguir indefenso
y asumiendo riesgos extremos de acudir a un hospital público, lugar en donde
lógicamente se espera la curación de la enfermedad que lo aqueja! ¿Cuántos
venezolanos han perdido la vida en forma lamentable a causa de esta crisis
humanitaria de salud?
No puedo ofrecer una
respuesta certera, sin embargo tan solo una
vida que se pierda por esta causa es sumamente grave, y un ejemplo de ello
fue Paty, recordada y tan amada por su familia la cual es ejemplo de unión
familiar; vaya para ellos y su esposo mi abrazo de solidaridad y fortaleza. “La
Gran Sabana se quedó sin su guerrera”, así lo manifestaron sus más allegados, porque
también fue una defensora a ultranza de la conservación del medio ambiente. No
se puede permitir que fallezcan ciudadanos venezolanos, sin distinción alguna,
por esta grave crisis de salud. Es por esto que escribo estas líneas con mucha
tristeza e impotencia. Los médicos venezolanos estamos muy limitados para
atender a quienes acuden a un hospital público. Es noticia diaria la escasez de
insumos y materiales médico-quirúrgicos, de medicamentos, las condiciones
deplorables en la infraestructura de los hospitales en el ámbito nacional, además
de la inseguridad, el déficit de recursos humanos en el área médica, y para
colmo en su lugar colocan a personal inexperto con una deficiente formación académica.
No quisiera manifestar para concluir que en este país está prohibido
enfermarse, sin embargo, es la triste realidad.
@mariayanesh
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